(Porque fuiste y eres mi hermano, mi amigo... mi razón más fuerte para creer que debo valorar lo poco que me queda... donde quiera que estés mi amor está contigo!)
Al crepúsculo de mi conciencia
Recordé tu voz
Y un canto nuevo inundó mi garganta,
Eran los recuerdos de tu risa
Con olor a invierno,
De tus palabras que vestidas de libertad
Habitan en los corazones de los que te aman,
Te odian, te lloran…
Y el recuerdo vivo de mi café en tu mano,
Mismo que todavía espera lo bebas con tanto afán
Que lo conviertas en tu compañero de viaje
Al país de las sombras…
Ahí donde yo debí acompañarte
Para escribirle una elegía a la noche
En que partiste.
Si, adornaste el cielo con un nuevo ángel,
Le diste más brillo a la luna
Y dibujaste estrellas que saben reír,
Pero aquí abajo…
En tu ausencia todo se pinto de tristeza.
¿Acaso tu camino nos condujo a un final?
¡Si tan sólo mis manos sujetas a las tuyas
Conocieran la cordura!
Este dolor fuera de sonrisas y burlas,
De sueños y de ilusiones,
De esperanzas y de anhelos
Y de todo aquello que en mi se apagó
Cuando arrojé mi alma en tu sepulcro
Donde te dije adiós con una sonrisa
Y el alma quebrada…
Quebrada de tanto llorarte,
Quebrada por la voz estruendosa
Del abrazo nunca dado,
Del te quiero nunca dicho,
De la lágrima nunca marchita,
Del silencio nunca disfrutado…
Mas continuaré con estas ilógicas ansias
De encontrarte en mis sueños
Y así sentirte una vez más,
Porque no te fuiste para siempre…
Tu poesía vive en la mía
Y tus palabras esta noche
Cantan lágrimas de sal en mi garganta