domingo, 23 de agosto de 2020

Que lo sepas.

Que te vi, amor mío, antes que agosto fuera tan estrecho 
te esperé en la esquina de cada hoja del calendario 
antes que despertara el otoño de tus ojos
antes que se alinearan las estrellas de tu espalda 

Que te sentí, amor mío, antes de escribirte un poema te conocí,
como se conocen los atardeceres, desde lejos,
me acerqué tanto, que mis hojas empezaron a caer 
y te regalé mil versos y te dediqué un suspiro 

Que te vi, amor mío, frente al mar 
no tuve dudas, ni miedos 
solo eras vos 
y yo dejaba de ser yo cada vez que sonreías 

Que te amé, amor mío, con la fuerza del viento antes de cada tormenta 
y me quedé a tu lado, para cobijarte del frío que la lluvia traía a su paso 
pero mi arena no fue suficiente 

Que te vi, amor mío, jugando con la luna 
y te pinté en mi memoria, como el cuadro más bonito 
del Dios al que le pedía nunca te fueras 
y le recé tu nombre como ofrenda
¿Qué más podría ofrecer alguien como yo? 

Que te tomé una fotografía, amor mío, en navidad 
mi regalo no estaba bajo el arbolito, 
yacía en tus labios 
yacía en tus ojos 

Y volví a amarte, mi amor, sin vodka, sin nicotina 
sin el invierno en mi pecho 
sin ningún enero que te regresara 
sin nada 

Que te vi, amor mío, y la vida fue bella 
y nació la poesía 
y siempre fuiste vos 

Si lees este poema, amor mío, leerás tu nombre 
y yo estaré endulzando mi café 
en la estación del bus 
que esta noche me lleva lejos de vos.



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