Tengo el espacio vacío de esta
noche. En mi cabeza, una emoción intermitente que mi mente calla y mientas más
se silencia el corazón más grita buscando las palabras perfectas que la
definan.
No sé por dónde empezar. Empezaré
por lo más pequeño. Por todos aquellos momentos donde el papel y esta pluma no
se llevan bien. Por todos aquellos recuerdos que el tiempo no hace gloriosos,
ni la vida los hace eternos. Y si empiezo por lo más grande? Aquello que aún no
comprendo, que aún quema… que aún me duele. No. Ya es tarde.
La noche fría. Mi mente lejana.
Quizás ya no vivo en el Asteroide B612. Quizás en mi mundo ya no tenga
Principitos, ni sea un Héroe de leyenda pero aún conservo la fé… y el sentir.
Quizás ya no tome café ni fume apasionadamente pero aún sigo siendo la eterna
enamorada de los versos, de la libertad, del amor…
Y veo frente a mí un camino… y un
sueño. La vida sigue pero hay cosas que aún duelen. Hay tantas preguntas y ya
es tarde. De nuevo el momento estúpido de sentir miedo. Vuelvo a ver y mi
reflejo en el espejo avisa que los años se están yendo hacia ningún lugar. Yo
todavía sigo aquí… esperando. Y ya no creo en ángeles ni en demonios. Y ya no
creo en hadas ni duendes porque la duda es un arma poderosa.
Estoy aquí de nuevo, vertiendo la
sangre de mis versos en un sentir ilógico que me conduce a ningun lugar. De
nuevo aquí, desgarrándome el alma que se ha secado por tantos amaneceres
muertos, por tantos versos que se quedaron ahogados en el recuerdo.
De nuevo la noche fría y el alma
quebrada. De nuevo el verso congelado, el sentir eclipsado y de nuevo este
pensamiento recurrente que encamina mis ganas hacia el horizonte. Porque el
final de todo camino hay una manera de regresar. Porque si me vuelvo a perder,
sé que en algún punto tendré que volar y si ya no hay fuerzas, continuará la
fe… y mi esperanza.
A veces duele, a veces.
A veces la locura y yo somos
amigas. A veces se me acaban las palabras. A veces me quedan las ganas de
llorar.
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