lunes, 29 de junio de 2009

(Esta noche sólo me acompaña tu silencio y una taza de café que abre los sentidos de mi ingenuidad, te extraño, te quiero, sólo busco tu regreso… mas el camino a vivir ya fue cerrado, si, lo cerré la noche que odié tu sepulcro…)

Hace un mes tuve una pérdida irreparable, lloré, grité e hice todo lo que normalmente los seres humanos hacemos cuando enfrentamos situaciones difíciles, sin embargo nada de eso fue suficiente para canalizar el dolor que sentía o que, es más, aún siento… por varios días, no supe de nada más que de dolor, de luto, de desesperanza, de impotencia, y fue cuando entendí que lo que hoy tengo mañana me puede faltar.

Por eso, mientras ese dolor aun invade mis noches, mientras estas absurdas ganas de llorar no desaparezcan, recuerdo que la poesía jamás ha soltado mi mano “… y entonces lloro, y entonces me prohíbo olvidarte, porque si no tengo tu recuerdo te perderé del todo, te perderé para siempre y nunca volveré a creer en los ángeles…”

Y así, en medio de esta historia de antipático sentir nace “Sin decir nada…”, un poemario que además de mostrar una nueva etapa de mi vida, revela mi verdadero yo, mi más profundo sentir en torno de los que amo y que por circunstancias de la vida ya no están conmigo… en esta ocasión, comparto con ustedes eso que a nadie he abierto, eso que se convirtió de lagrimas a versos, porque por eso somos poetas, para vivir en versos lo que afuera se nos prohíbe.

Tienen, por lo tanto, con ustedes diez escritos (desde Australis hasta Entre muertos) que más que escritos son pedacitos de mi alma… Vivamos el dolor, “…que hasta en los momentos más difíciles hay oportunidad de crecer..”

Australis...

Sigo buscándote en el cielo
Porque vivo bajo tu luz…
En ese espacio infinito
Que sólo llena tu sonrisa
¿Compartes mi noche?
¿Acaso puedes contemplar mi alma
Desde lo alto?
Porque desde este infierno
Yo puedo amar tus ojos
Que le dan color a estos insensatos amaneceres
Y acunan cuanto miedo amenaza
El horizonte de mis mañanas.
Sigo bajo tus pasos,
Donde el cementerio de la lluvia
Resucita aquellos silencios
Que alguna vez se posaron en mis labios
Para volverse eco…
Donde las mentiras se convierten en verdades
A medias, ¡pero verdades!
¿Acaso tu voz aún resuena
En el palpitar feroz de mis indeterminaciones?
¡Dale luz!
¡Dale vida!
¡Dale libertad!
¡Dale muerte!
Dale a mi alma todo cuanto la noche permita,
Que después de un verso
La magia vuelve a dormir en tus ojos…
Que hoy me encadenan,
Mientras la noche me quema…

En tu cielo...

Amor,
¿Puedes ayudarme a contar estrellas?
Porque el tiempo me sobra
Y no quiero extrañarte tanto.
El aire pesa,
Tu recuerdo vacía
Mis pensamientos sobrios
Y me guía a tu luz, a tu recuerdo.
Amor,
¿Puedes ayudarme a deshacer las nubes?
Es que cada forma
De esta noche sin sentido
Huele a ti,
No queda nada de tu mirada
Y tampoco quiero extrañarte tanto…
¿No ves como me hunde tu ausencia?
Y tengo miedo que este frío
Queme mi sonrisa.
Amor,
¿Puedes ayudarme a apagar la luz de la luna?
Si ya no estás en mis sueños
De nada sirve buscarte en lo bello…
Quiero amarte ahora
Mientras muero en los brazos de lo eterno…
Amor,
¿Me puedes recibir en tu cielo?

¿Para qué ver la luna...?

“… una palabra que aclama despertar,
eres tú, así es como eres tú…”

¿Para qué ver la luna
Si es en tus ojos donde encuentro
El fuego que aviva mi poesía?
Y el cielo se dibuja mejor en tu sonrisa…
¿Para qué la noche si no es eterna?
Mas un instante en tus sueños es vida
Incluso después de haber muerto
Entre silencios y sombras
¿Para qué la magia si es efímera?
En tus manos duermen los versos
Que esperan despertar en tu cuerpo…
Mas yo quiero contemplarte así,
Desde lejos,
Para tener la certeza que no te irás
En una lágrima
Y poder encontrar tu nombre
Peinando la esperanza de tu mirada…
¡Que es mi condena!
De tus manos acicalando mi espíritu
Que sólo intenta plasmarte
En un verso que no posea cadenas
¿Para qué el recuerdo si eres presente?
Mas la libertad
Juega entre tus pasos
Como tú
Juegas en mi alma,
Que casi seca busca humedecerse
En el elíxir de tu existir…
Y te has apoderado de mis noches,
En las que la luna ya no es suficiente
Porque hay algo más pleno que esa luz,
Más hermoso que su mismo canto:
Tus ojos
Que siendo cielo me encierran cada vez más
En esta anhelo de querer desdibujarte
De mi palpitar…

He muerto...

“… tu alma,
el sendero camino al infierno…”

He muerto en cada beso
Que no ha alcanzado tus labios,
Y he resucitado en cada mariposa
Perseguida por tus sueños.
He muerto porque no he podido vivir
Esclava de tus cadenas
Ni libre de tu impaciente cordura…
He muerto en tus manos
Porque ahí mis sonrisas
Engendraron soledades
Y mis lágrimas
Parieron ausencias…
¡He muerto!
He muerto tan feliz
Que no tuve el valor
De arrojar el primer puñado de tierra
Sobre el ataúd de este corazón
Que murió el instante mismo
En que decidió amarte